 A Vincentian Offering of Love Through Sewing at St. Thomas of Canterbury, our Sewing Class began as a simple gesture of gratitude. One of our early projects—creating pillowcases for our pastor, Fr. Alejandro, and the dedicated priests who serve our community—quietly opened a door. Before long, we were invited into a deeper form of service: could we make purificators for the parish? With guidance from Brother Tarcisius, we embraced this invitation. What began as stitching fabric became something more—a quiet, reverent offering for the sacred celebration of the Eucharist. Armed with scissors, fabric, and prayer, we gathered to prepare altar linens. These cloths would be used to purify the vessels that hold Christ’s Body and Blood. Though sewing straight hems and crisp corners tested our patience, we found grace in the process. Just as Christ walks with us through every challenge, we leaned on one another, learning to trust our hands—and our community.  Next came the red cross, embroidered at the center of each purificator as a symbol of Christ’s sacrifice. Paula, our mentor, guided us through this step. For many, it was our first experience with embroidery. But as we were reminded, an offering given with love, however imperfect, is already beautiful in God’s eyes. This project transformed us. Through trial and laughter, we grew more than just sewing skills. We formed a community rooted in prayer and purpose—a diverse gathering of parishioners united by faith and fabric. If you're searching for a way to serve, to slow down, or simply to belong, projects like these offer a quiet but powerful path. Here, in each fold and stitch, we find the sacred in the ordinary. Every Tuesday and Thursdays from 10 AM - 12 PM and Saturdays from 11 AM - 1 PM the St. Vincent de Paul Society hosts a sewing and tailoring class at St. Thomas of Canterbury (4827 N. Kenmore). Una Ofrenda Vicentina de Amor a Través de la CosturComo un gesto de gratitud por haber acogido nuestra clase de costura en St. Thomas, confeccionamos fundas de almohada para nuestro párroco Fr Alejandro y el dedicado equipo de sacerdotes que sirven a nuestra comunidad con tanta entrega. Sin saberlo, estábamos sembrando una semilla. Poco tiempo después, se nos hizo una nueva invitación: ¿podríamos hacer purificadores para la parroquia?  Con la guía del Hermano Tarcisius, asumimos con alegría esta tarea significativa: crear purificadores para el altar de nuestra iglesia. Lo que comenzó como un simple proyecto de costura pronto se convirtió en un trabajo lleno de amor, paciencia y oración. Armadas con tela, tijeras y cinta de medir, nos reunimos para preparar los paños que se utilizarían en la sagrada celebración de la Eucaristía. No fue siempre fácil—coser dobladillos rectos y esquinas bien definidas puso a prueba nuestras habilidades y nuestra perseverancia. Pero así como Cristo camina con nosotros en cada desafío, nos apoyamos mutuamente y encontramos soluciones creativas. Poco a poco, nuestras manos se volvieron más firmes y nuestros corazones más alineados con el propósito. Luego vino la cruz roja—bordada en cada purificador como señal de reverencia por la Sangre de Cristo. Nuestra mentora, Paula, nos ayudó con el diseño. Para muchas de nosotras, era la primera vez que intentábamos bordar. Sin embargo, recordamos que incluso las ofrendas más imperfectas, cuando se entregan con amor, son hermosas a los ojos de Dios.
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